Si no había sido suficiente para el cuerpo la épica jornada bikera del sábado, el domingo ha servido para rematarlo del todo después del "pateado" realizado por el entorno totanero de Sierra Espuña de la mano del Club de Senderismo "No estoy pa na".
A las 8.00 de la mañana, con tan sólo 9º en el termómetro de la farmacia, la expedición senderista pulpileña partía en microbús hacia Totana con el objetivo de dar un garbeo por el incomparable paraje natural de Sierra Espuña.
La plaza de la Balsa de Totana recibe al personal andarín con 10º ambientales y un "airecillo" un tanto frío y desapacible.
Algún que otro reconfortante café y en ruta hacia el santuario de santa Eulalia de Mérida, la Santa.
Cerca de 8 kilómetros de continua ascensión discurriendo por el casco urbano, la huerta totanera y la rambla de la Santa.
Al filo de las 11:20 horas, después de casi 2 horas de caminata y haber salvado la empinada cuesta de las Monjas, llegamos al santuario. Momento para el descanso, el cambio de aguas y el imprescindible avituallamiento energético.
Vuelta al tajo para encaminarnos hacia el interior de la sierra después de haber abordado un primer tramo en senda -idílico para hacerlo en bicicleta- y haber dejado constancia fotográfica de nuestro paso por el arco de Aledo.
Un extenso tramo asfaltado en continuo ascenso nos conduce hasta el punto de giro en el que comenzamos la senda circular en descenso que nos devolvería finalmente al puente de las Monjas.
Sin lugar a dudas, el tramo más bonito de todo el recorrido.
A partir de aquí, nos toca desandar el camino de retorno rambla abajo hasta la altura del restaurante La Rata, establecimiento en el que Ginés "el presi" había contratado el avituallamiento final y donde nos esperaba el microbús.
Una jornada memorable la vivida por la larga veintena de "andarines" que hemos participado.
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