Creo que lo había intentado dos veces. No estoy seguro. En esto de la montaña, el mal de altura juega malas pasadas a la memoria.
Pero, la jornada mtbera del sábado 27 de febrero pasará a mis anales ciclistas. Al fin he superado el reto de subir la cuesta del Grajo sin tener que hacer ni un sólo metro a pie.
La verdad es que me costó muchísimo, sobre todo en el tramo final donde la pendiente registrada en el GPS mostraba un escalofriante 32%.
Fue el momento en el que para poder enderezar la trayectoria -la bici se me fue hacia una regata del agua- tuve que poner pie en tierra. Dispuesta la bici sobre la trazada correcta, con una ayudita equilibradora de Francisco Toledo, retomé la ascensión a 180 pulsaciones.
Hazaña similar realizó Diego "gato". El fue el primero en abordar la subida.
A José Cabrerizo le faltó la vergüenza -se vio obligado a subir a pie un tramo- para haber inscrito su nombre en esta mítica ascensión hacia La Rellana de la Sierra de Almagro.
Tras el paulatino reagrupamiento en la cima -Toledo, José Parra, Toni Parra y Juan Ponce- y el posterior descenso hasta el valle, abordamos el km. de rampas del alto de La Rápita.
Al llegar al merendero optamos por adentrarnos por vez primera en el camino que se nos abría a nuestra derecha. Como suponíamos no llevaba a niguna parte pero nos permitió otear desde la altura un espectacular barranco.
Regresamos al punto de partida e iniciamos el regreso hacia Pulpí, si bien optamos por la bajada hacia Cuevas por el camino de tierra de la mina de los Tres Pacos.
Nada más comenzar, mi cuñado Juan se despista y se da un batacazo. Todo se salda con un susto y alguna rozadura en la rodilla.
Alhanchete, Las Cupillas, La Era Alta, el camino de enlace de la rambla Jucainí con Tegefín y el camino Real hasta llegar a El Largo.
A partir de aquí, con las fuerzas mermadas, manta y carretera.
Mañana domingo, día de Andalucía, será otro día
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