viernes, 17 de octubre de 2014

A los toros de Castril...

Memorable puente festivo el vivido este pasado fin de semana en la localidad granadina de Castril, inmersa en plenas fiestas patronales.
Tres jornadas de encierros, capeas, gastronomía y senderismo para dar y regalar protagonizados por andarines y andarinas del club de senderismo "No estoy pa ná".
La aventura castrileña se iniciaba para la mayor parte de la expedición pulpileña en la jornada matinal del pasado sábado, antes de que los rayos del sol despuntaran - los boticarios, desde Pulpí y Granada respectivamente, se sumarían al grupo en esta jornada vespertina, en pleno fragor de la capea vacuna.
Objetivo inicial sabatino: desayunar en carretera, en Venta Quemada para posteriormente poner rumbo al Hotel Restaurante El Maño en Fátima, nuestro lugar de alojamiento durante estos tres días.
En el camino de ida, un breve alto para contemplar desde el puente sobre el río Guardal el espectacular barranco y desfiladero que el paso del tiempo y las aguas del río han horadado en la roca caliza.
A la llegada a Fátima, acomodación en las habitaciones y en marcha hacia Castril coincidiendo con el traslado de las vaquillas protagonistas del encierro sabatino desde los corrales de Fátima.
La entrada a pie a Castril, de película. La banda municipal nos "da su musical bienvenida" y nos dirigimos a la plaza mayor, engalanada para las fiestas y habilitada como singular plaza de capea.
Pasado el mediodía, con la exactitud del mejor reloj "made in Suiza", precedidas con las notas musicales de la banda municipal, el estruendo del cohete anunciador, envueltas en el cencerril sonido de las esquilas de los cabestros y las bulliciosas carreras de chiquillería intentando conseguir un lugar seguro donde resguardarse, irrumpe en la plaza el esperado encierro matutino.
Cada cual y nosotros no íbamos a ser menos, como singulares gallinas -tanto en sentido general como figurado- subidos a los palos del gallinero, nos colocamos a buen recaudo de las astas vacunas.
Concluido el encierro, visita obligada a la peña de Castril.
Desafortundamente, las fiestas patronales han trastocado el horario de visitas. No hay posibilidad en esta jornada.
Tiempo de "avituallamiento" en el restaurante del camping municipal "El Ángel".
Al término del almuerzo, toca desandar el camino para retornar, esta vez cuesta arriba, a la plaza mayor para asistir a la capea.
Con mucha suerte y gracias a la magnanimidad de un vecino que nos informa de los peligros de las lluvias "vinícolas" generadas por las peñas, conseguimos encaramarnos ayudados por una escalera a la habilitada platea de los espectadores.
Casi cuatro horas de algarabía, a pie juntillas, con algún que otro chubasco soportado en el tablado comienzan  a pasar factura.
No cabe más remedio que intentar reponer energías y líquidos y nada mejor que el bar esquinero: cervezas, refrescos, tintos de verano aderezado con una selección de raciones propias de la gastronomía castrileña.
Y para poner broche a la jornada sabatina, el tradicional chocolate con churros. 
El domingo, desayuno a las 8.00 h. con objeto de estar en marcha cuanto antes camino de los cortijos del nacimiento del río Castril, lugar de elegido para iniciar la ruta de senderismo del barranco de la Osa.
Llegados a los cortijos, con los bártulos senderiles dispuestos y con un ambiente bastante fresco, comenzamos la ruta que nos llevaría en primer lugar en escaso tiempo y con el grupo fragmentado a las surgencias kársticas del río Castril.
El panorama que se ofrece a nuestra vista es de belleza espectacular.
A partir de aquí comenzamos el abordaje de la primera parte del sendero del barranco de la Osa.
La más espectacular, junto a la de descenso desde el cortijo de la Puerca, de todo el recorrido.
Tras superar la escalonada subida de la cueva de la Osa llega el tiempo del merecido avituallamiento a la sombra del tejo milenario.
Un nuevo tramo de ascensos y descensos nos esperaba hasta alcanzar el cortijo de la Puerca donde un inmenso nogal nos ofrece parte de su cosecha anual.
Todos nos afanamos en probar tan inusual ofrecimiento.
Y a partir de aquí, nos vemos sorprendidos por un perseverante chispeo que nos hace tomar cierto grado de precaución a la hora de abordar la sinuosa a la par que pedregosa bajada de retorno al punto de partida.
Llegados de nuevo a los cortijos del nacimiento del río, manta y camino de retorno al hotel para ducharse, almorzar y bajar de nuevo al pueblo para realizar el sendero de la cerrada del río y asistir al final de las fiestas.
El sendero de la cerrada, una vez más espectacular en su trazado y en cuanto ofrece a la vista y a los sentidos.
Y llegó el lunes. Las adversas y gélidas condiciones meteorológicas de esta jornada festiva determinarían el transcurrir de la jornada.
Tras el madrugador desayuno matutino, con 6º de temperatura ambiental, nos desplazamos en coche hasta la base de partida hacia el sendero del cerro del Buitre -2020 metros-, una de las cumbres de la sierra de Castril.
Al estacionar los vehículos en las estribaciones de la sierra, escuchar las explicaciones de un pastor y viendo que el tiempo en la cima podía ser muy desapacible, las mujeres, excepción de Elvira, junto a Lorenzo el boticario abandonan la idea y optan por cubrir a patita los 4 kms. que median hasta Castril y aprovechar la mañana visitando los lugares más característicos del pueblo.
Los hombres, aún sabiendo que la cosa podía ir a peor, comenzamos la ascensión hasta el collado del Laude, punto de partida y regreso del sendero del cerro del Buitre.
Ruta con grandes contrastes: repechos, llanos, bajadas, zonas pedregosas, zonas de tierra, zonas secas, zonas húmedas, zonas con y sin vegetación, diferentes tipos de pinos...
Y, al llegar a los prados del Buitre, la sorpresa de la jornada: un grupo conformado por 3 parejas de montañeros de Ubrique nos saludan desde el refugio y nos invitan a tomar una cerveza.
Gustosamente aceptamos tan amable ofrecimiento a la par que aprovechamos el tiempo para charlar con ellos y reponer parte de las fuerzas perdidas.
Y de aquí, a coronar el Buitre. 
En cuestión de 30 minutos, en torno a las 12:30 horas el reto se da por alcanzado y a nuestro alrededor se nos ofrecen las lejanas cumbres de sierra Nevada, Cazorla, Sagra y María.
El descenso, por la variante de la loma de la Minibarra y el barranco del Laude, es vertiginoso con unas vistas impresionantes del valle y la vega del río Castril y del pantano del Portillo.
Concluida la ruta, nos encaminamos al pueblo donde las andarinas del grupo nos esperan para retornar a Fátima y almorzar antes de poner rumbo final hacia Pulpí.
No obstante, en la ruta de regreso, no podíamos perder la ocasión de visitar el pantano de San Clemente y de retornar, sin prisa de ningún tipo, por la milenaria localidad de Orce hasta Vélez Rubio donde se hizo un alto en el camino para despedir esta aventura festiva con café y dulces.

Ahora, a esperar que el calendario festivo nos brinde una nueva oportunidad.
¿Riopar? ¿...?


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