¡Cuánta razón tiene Pedro García, mi compañero de ruta en esta jornada bikera matutina!
Las minas son duras hasta para trabajar.
Después de casi un mes sin darle a los pedales, mover la bici cuesta y mucho.
Tras mi placentera aventura por tierras vascas y con la vista puesta en Cazorla me he liado la manta a la cabeza y al pedaleo.
Tres salidas consecutivas para recuperar los kilómetros perdidos.
Martes, liviana, junto a mi hijo Fco. José, bajada a Terreros por la cuesta del Capitán y regreso a Pulpí por las variantes del Colloco y de la cuesta el Buitre para enlazar con el camino de Terreros a Grima.
Martes, liviana, junto a mi hijo Fco. José, bajada a Terreros por la cuesta del Capitán y regreso a Pulpí por las variantes del Colloco y de la cuesta el Buitre para enlazar con el camino de Terreros a Grima.
Las sensaciones postvacacionales parecen no ser malas.
Miércoles, mucho menos liviana, junto a Pedro García, mi hijo Fco. José y José Glez "de Almansa" abriendo la nueva ruta de la Fuensanta al cabezo la Jara con regreso por las ramblas de Góñar y Las Norias y posteriormente la variante del Trasvase a Benzal.
Miércoles, mucho menos liviana, junto a Pedro García, mi hijo Fco. José y José Glez "de Almansa" abriendo la nueva ruta de la Fuensanta al cabezo la Jara con regreso por las ramblas de Góñar y Las Norias y posteriormente la variante del Trasvase a Benzal.
Jueves, dura, diría que muy dura, junto a Pedro García, integral de sierra Almagrera.
Las sensaciones, por los suelos. Dolores por todos lados, piernas más que cansadas. Mañana, ni planteo la salida. Tal vez el sábado, pendiente de la estrategia que se marque Pedro García.
Las sensaciones, por los suelos. Dolores por todos lados, piernas más que cansadas. Mañana, ni planteo la salida. Tal vez el sábado, pendiente de la estrategia que se marque Pedro García.
Lo de hoy jueves ha sido un continuo sufrimiento desde las 7.30 que he salido hacia el cerro del Oficio para encontrarme allí con Pedro García.
Las sendas de La Capellanía para abrir boca -por cierto, en estado de lujo con el fresco de la mañana-, después enfilamos hacia el cortijo de las Palas, aunque nada más comenzar a subir descubrimos una nueva senda bien marcada y trillada por las bicicletas y la abordamos sin cuestionarnos su conveniencia.
Nos conduce hasta la rambla de los Pozos y una vez aquí cambiamos nuestra estrategia.
El cortijo de las Palas hay que hacerlo y ello conlleva que lo dejamos para concluir la integral de la sierra en este paraje.No subiremos como habíamos previsto por el barranco del Jaroso para descender por el del Francés, sino al contrario.
Así pues, rambla de Los Lobos abajo hasta girar a izquierda con el camino-rambla de acceso a los invernaderos "tomateros" de los "Chaches" -creo recordar que así se llaman sus propietarios.
Sin apenas percatarnos, nos encontramos en la zona de entrada al barranco del Francés.
Y con la parsimonia necesaria, pedal viene y pedal va, superamos y sobrevolamos las sendas del barranco del Francés -también de lujo y supertrilladas por los bikeros- para remontar hasta la torre de vigilancia.
El avituallamiento de rigor y de nuevo en marcha hacia el vertiginoso descenso por el barranco del Jaroso -también más que trillado- hasta retomar la rambla de los Pozos -ahora en sentido ascendente- que nos conduce finalmente al cortijo de las Palas, entorno desconocido para Pedro García.
Llegados al alto de Castillaricos, optamos por bajar hasta Pozo Esparto siguiendo el cauce de la rambla y al llegar a la playa, sorpresa mayúscula, el levante azota toda la costa provocando que en algunas zonas el agua cortara los habituales pasos y tuviéramos que esperar la resaca de las olas para poder proseguir la ruta.
En Terreros, las playas, fundamentalmente la mar Serena, aparecían "tomadas por el agua", circunstancia que algunos zagales aprovechan para jugar al "waterpolo playero".
A partir de aquí, la jornada se ha endurecido enormemente. Las fuerzas comienzan a flaquear y Pedro García, viéndome en estado deplorable, opta por acompañarme hasta coronar la cuesta del Capitán.
Al final, con mucha fatiga y algo de fuerza de voluntad he logrado llegar a casa.
Ni que decir tiene que mañana la bicicleta ni mirarla.
Y con la parsimonia necesaria, pedal viene y pedal va, superamos y sobrevolamos las sendas del barranco del Francés -también de lujo y supertrilladas por los bikeros- para remontar hasta la torre de vigilancia.
El avituallamiento de rigor y de nuevo en marcha hacia el vertiginoso descenso por el barranco del Jaroso -también más que trillado- hasta retomar la rambla de los Pozos -ahora en sentido ascendente- que nos conduce finalmente al cortijo de las Palas, entorno desconocido para Pedro García.
Llegados al alto de Castillaricos, optamos por bajar hasta Pozo Esparto siguiendo el cauce de la rambla y al llegar a la playa, sorpresa mayúscula, el levante azota toda la costa provocando que en algunas zonas el agua cortara los habituales pasos y tuviéramos que esperar la resaca de las olas para poder proseguir la ruta.
En Terreros, las playas, fundamentalmente la mar Serena, aparecían "tomadas por el agua", circunstancia que algunos zagales aprovechan para jugar al "waterpolo playero".
A partir de aquí, la jornada se ha endurecido enormemente. Las fuerzas comienzan a flaquear y Pedro García, viéndome en estado deplorable, opta por acompañarme hasta coronar la cuesta del Capitán.
Al final, con mucha fatiga y algo de fuerza de voluntad he logrado llegar a casa.
Ni que decir tiene que mañana la bicicleta ni mirarla.
1 comentario:
Paco, sin descansar como quieres llevar las pienas??¡¡¡A ver si quedamos en breve ahora que se acaba el verano y todos volvemos al redil. Saludos
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