No estoy pa ná. Esto es peor que realizar una maratón de 100 kms. de MTB.
Los algo más de 16 kms. a "patita" a los que nos tenido que enfrentar en la jornada matinal de hoy domingo con motivo de la ruta senderista organizada en Cuevas de Almanzora me ha dejado tocado de los remos.
La jornada pedestre ha reunido en torno a medio centenar de senderistas llegados de toda la comarca -el club "no estoy pa ná" de Pulpí le ha puesto color a la ruta y se ha llevado la palma en número de inscripciones.
De entrada, la recepción de "andarines" se lleva a cabo en la plaza del castillo del Marqués de los Vélez.
Previamente a la salida de la ruta, tiempo para "cultivarse" con sendas visitas dentro del recinto del castillo al Museo Arqueológico Municipal y al Museo de Arte Contemporáneo Antonio Manuel Campoy.
De salida, se pone rumbo hacia la terrera de Calguerín donde sobresalen sus cuevas excavadas en la terrera.
De aquí, a la margen derecha del río Almanzora para ir ascendiendo suavemente hasta coronar finalmente al cabo de 6 kms. en el embalse de Cuevas que presenta un aspecto inusual en estos últimos años: en torno a 50 Hms. cúbicos de agua embalsados -aderezados con mucha porquería arrastrada por la riada del 28 de septiembre-, un 30% de su capacidad total.
El espectáculo bien merece fotos para inmortalizar la jornada, si bien el poniente y el frío reinante aconsejan tirar p`abajo sin más.
Alto en el área recreativa del canal de remo inaugurado con motivo de los Juegos del Mediterráneo de 2005 -otra de las atracciones de la jornada- para reponer fuerzas sabiendo que aún resta la mitad del recorrido por hacer.
Concluido el refrigerio, la margen izquierda del río se convierte en la senda a seguir hasta la confluencia con el camino de acceso a Las Cupillas, lugar desde el que se pone rumbo hacia la Era Alta para desde allí, a través de la cañada de Burgallana llegar a la Portilla.
Bajada a La Portilla, cruce del cauce del río y por el malecón del río nos encaminados hacia la Avenida Barcelona y la calle la Rambla. Desde aquí al punto de partida ya todo es coser y cantar.
Al final, exhaustos, manta y carretera de retorno a Pulpí para celebrar en La Cascada la correspondiente y gratificante comida de hermandad.
Más de dos horas de degustación de los platos ofrecidos -pelotas, rabo de toro, cordero... regados con sus correspondientes bebidas, postres, cafés y algún que otro "chupito" para brindar por todos los "andarines" aunque a esas horas "no estuvieramos pa ná".