¡Menuda jornada dominical! Ha sido de auténtica locura. Lo que se dice kms. hemos hecho pocos -bueno, al final a mi me han salido casi 47 kms. sin tener en cuenta aquellos otros que nos ha tocado hacer a pie por esas crestas y barrancos de Sierra de Almagro y que por problemas técnicos de los Cateye no quedan registrados-, pero hay que estar locos, aunque Juan Antonio Cano se haya hartado de canturrearnos aquello de que "no estamos locos".
La verdad es que la jornada bicicletera habría sido memorable de no haber sido por la odisea de la travesía a la que nos hemos visto obligados después de haber errado -mejor dicho, de no habernos percatado del camino a seguir en el justo momento en que un "puestero perdicero", camuflado en su fortín espartero y con un temible argumento en su mano, se ha interesado por nuestra ruta ¿Váis a bajar otra vez por aquí?
Más de una decena de noes se ha escuchado en cuestión de un segundo.
¡Vamos, como para bajar y volver a pasar por delante del puesto!
Coronamos el trayecto final y descubrimos nuestro error de GPS.
Justo donde se hallaba el "perdicero", a nuestra izquierda, apenas trazado se abría el camino que debía facilitar el paso de una vertiente a otra de la sierra.
Si queremos alcanzar el camino "perdido" no queda más remedio que ascender el cabezo -tirando, arrastrando o portando las bicicletas- y crestear.
¡La de veces que nos hemos acordado de la Almudaina!
Al final logramos llegar al camino. Hacemos un alto para recargar energías y al foto de turno, si bien esta vez teniendo en la distancia como telón de fondo la impresionante Tetica de Bacares cubierta de nieve.
¡Nueva sorpresa matinal! Al fondo, ascendiendo por el barranco de la fuente del Álamo, divisamos una cordada de personas.
Nos detenemos en el camino y descubrimos que se trata de un grupo de senderistas de Cuevas de Almanzora comandado por Tovar, un amigo y perfecto conocedor de las sierras cuevanas.
Nos advierte que el camino que llevamos, si bien nos permite atravesar la sierra, posee muchas dificultades y es peligroso.
Y así ha sido. En una ocasión me he "bajado" de la bici tal y como acostumbro. Cano me echa una mano y... a patita, como un reguero de hormigas, todos bajando hasta el llano.
Cuando ya creíamos que se habían acabado las dificultades, en lugar de seguir el camino marcado por el GPS, preferimos complicarnos otra vez la ruta y ... otra vez a pie. Unos, por el barraco; otros, por la ladera o la cresta del cabezo.
Al final, alcanzados los campos de lechuga, ponemos rumbo en dirección a la torre de las Mateas - el mismo camino por el que 2 horas antes habíamos pasado buscando la rambla de Bartolo Alonso.
En esta ocasión, tomamos el camino que se abre a nuestra derecha, pasamos por las inmediaciones de la torre de las Mateas y nos dirigimos hacia la senda que nos conduce a la cantera de Los Guiraos.
Hacía mucho tiempo que no transitaba por aquí.
Desde aquí a Guazamara ha sido visto y no visto.
Tras la despedida, ponemos la directa hacia Pulpí: Terrones, Cano, Suna, Rafa y Alfonso Jiménez se nos van.
Fran Haro y yo nos rezagamos. No hay modo de subir a plato. Es de escándalo. No hay modo de que plato, cadena y piñones engranen.
No me queda más remedio que pasar por Bicilocura y darle un cambiazo esta semana después de más de 5000 kms. de pedaleo.
¿Es posible que haya que cambiar todo?
¿Es posible que haya que cambiar todo?