miércoles, 27 de julio de 2011

De una "panzá" murió un burro

Y nunca mejor dicho. El palizón del pasado sábado me ha pasado factura hasta el punto que no me he acordado de la bici casi en una semana.
Lo que comenzó como un paseo-aventura en solitario -nadie se personó a la hora acordada en el punto habitual- orientada al descubrimiento de las variantes mineras de Jaravía y de Cañada Blanca concluyó como una auténtica maratón: por encima de los 81 kms. recorridos, más de 1400 metros acumulados, más de 5 horas de pedaleo y más allá de las 3300 calorías perdidas.
Si esto no es una maratón que alguien me lo aclare.
En honor a la verdad hay que referir que las benévolas condiciones meteorológicas reinantes con abundantes nubes -incluso nos chispeó en el tramo comprendido entre "La Meca", perdón "La Isla" y el desvío de Calabardina hacia el Garrobillo-, una brisa marinera que nos ventilaba adecuadamente y tímida persencia de sol en el momento más inoportuno del recorrido en plena subida de la cuesta del Capitán contribuyeron sobremanera a que la epopeya acabara dentro de los límites aceptables.
De salida, en solitario, me planto en la rotonda de Jaravía, la de acceso a Mundo Aguilón, y giro a la izquierda para tomar la variante - a partir de ahora así la llamaré- de la mina de Rodrigo en honor al fotógrafo que en su día la diera a conocer- en dirección a la cañada de Los Pérez, la de la EDAR de Terreros-Jaravía.
El recorrido no entraña ningún problema, excepción hecha de una zona virada y en bajada donde en caso de caída puedes mandar SMS al Sr. Lobatón para que te localicen sepultado bajo un manto de tierra y polvo, y en un santiamén enmarcado entre campos de sandías putrefactas -otro palo más a la economía agrícola- te deja en el camino de la EDAR.
El siguiente reto consiste en encontar un atajo desde la cañada de las higueras -aquella que otrora lucía unos impolutos carteles ortográficamente impresentables invitando a dejar los higos en paz- con el camino de Cañada Blanca.
Me abro paso como puedo entre el saladar, los carramoños y la infinidad de inesquivables arbustos existentes hasta alcanzar mi objetivo.
No le recomiendo a nadie que se convierta en explorador sobre todo porque 300 metros más abajo se localiza la auténtica entrada del camino a Cañada Blanca. ¡Una autopista libre de peaje dérmico!
El siguiente reto, descubrir el recorrido de la variante de la mina de mercurio del denominado valle del Azogue.
Con toda la ilusión del mundo me dirijo a Cañada Blanca y nada más bajar la cuesta próxima a la variante de Terreros, giro a la izquierda en el primer camino que se abre y bordea uno de los cabezos de la zona minera.
Y he aquí la sorpresa de la jornada: el trayecto es circular y viene a dejarme en el mismo lugar donde inicié el reto del atajo a Cañada Blanca.
De regreso al punto de partida, opto por cambiar el rumbo y me dirijo hacia Terreros toda vez que son las 8 de la mañana y es posible encontrarme con algún biker con ganas de pedalear.
Y allí estaba Antonio Pérez, el "fragüero". Nos ponemos de acuerdo y sin saberlo comenzamos a fraguar la jornada "maratoniana".
De salida, transitamos por la explanada del acantilado de  Honduras con la isal Negra a nuestros pies y sendeamos por los riscos que longitudinalmente conducen hasta exótica playa de las Palmeras.
Hacía mucho tiempo que no había pasado por estos vericuetos y la verdad es que a pesar de que los senderistas transitan por aquí hay zonas ciertamente peligrosas.
Ni que decir tiene que por aquí sólo se puede circular a patita en la mayor parte del recorrido fundamentalmente porque al menor desiquilibrio uno puede despeñarse por el acantilado existente.
Vamos, que mejor abstenerse con bicicletas.
¿Por qué no se adecúa este sendero como lo han hecho en la zona de Los Cocedores?
Aprovechamos nuestro tránsito para dejar constancia fotográfica tanto de la belleza y capricho de la naturaleza como de la peligrosidad de la senda.
El recorrido hasta Águilas prosigue por la ruta "marisquera" y posteriormente, atravesando la ciudad y contemplando la zona portuaria y playera -¡impresionante el Palacio de Exposiciones y Congresos!-, nos dirigimos hacia la cuesta de Gos donde con cierto retraso está previsto el avituallamiento.
A la altura de La Isla nos sorprende un imprevisto chispeo que contribuye a avivar nuestro ritmo.
Camino de El Garrobillo nos unimos a un "carretero" lorquino veraneante en Águilas que previamente, en un alarde de lucimiento nos había sobrepasado.
Nos sirve de guía de una serie de rutas que se abren en esta zona: la Pinilla, las minas de azufre de Gos... y al llegar a la ermita decide abandonarnos y retornar hacia Águilas.
Ni que decir tiene que damos cuenta de las vituallas -hoy no hacemos fotos a Paco Rabal - y comenzamos la ascensión hacia Los Mayorales.
Pedaela que te pedalea, sin dar mayor importancia  las distancias, coronamos Los Mayorales y nos deleitamos con el panorama que la niebla y las nubes  nos ofrecen cubriendo las cumbres y el valle.
¡Qué pena que mi cámara -ya está que no vale ni para peso- no haya captado esta extraña sensación más propia del invierno!
No hay tiempo que perder. Hemos sobrepasado los 50 kms. de recorrido y hay que estar de vuelya en casa antes de que el sol haga acto de aparición.
Optamos por bajar hacia Águilas a través del camino que nos conduce a través de las cañadas hasta el Polígono Industrial para desde aquí, por la variante de "los palets" -así la ha bautizado Antonio Pérez- dirigirnos al Cocón camino de Jaravía donde habíamos establecido el punto de "hasta luego Lucas": uno, para subir por Gorreta -es mi caso-; otro, para regresar a Terreros por Jaravía.
Al final, Antonio opta por hacer algún km. más y decide subir la cuesta del Capitán.
Me lo pienso, tomo conciencia del cansancio acumulado en las piernas -más de 70 kms.- y me olvido al instante de Gorreta y junto a Antonio me enfrento al Capitán: ¡casi 14 minutos y lo más significativo aquello parecía el Alpe D´Huez pulpileño!
Y lo efectos directos y hasta los colaterales del palizón no iban a tardar mucho en aparecer.
Después de almorzar en Terreros no había manera de mover las rodillas: me suena a tendinitis de grado sumo porque no puedo dar un paso. Mejor tumbado a la bartola y ejercitádome con la Nintendo DS
Por la noche, de regreso a casa, tratadas las rodillas con el correspondiente gel antiinflamatorio y viendo la escasa evolución posiotiva, aviso a Abderrazak para que no cuenten conmigo el domingo.
Y el domingo, ni te cuento: idem, eaedem, idem. O sea, lo mismo. Descanso playero, garrones en el rompeolas, hamaca, dame pan y no me digas tonto y nintendo.
Y así han ido pasando los días hasta hoy que parece ser que ya "sí siento las rodillas"
 

6 comentarios:

Paco Guazamara dijo...

¿Que ha pasado amigo Paco?

Paco Fdez. dijo...

Pos ná, amigo Paco, que los años no pasan en balde y uno se acostumbra a las brevas y cuando se acaban no hay modo de salir p´alante.
¿te parece poca odisea?

Paco Guazamara dijo...

una vez leida la cronica, se entiende todo amigo Paco, pero no te arrugues ni des pasos hacía atrás, ten en cuenta que al cuerpo hay que castigarlo que si no se acostumbra a la bartola y no hay quien lo mueva

Alonso R.M. dijo...

Saludos cordiales aventurero
grande es tu fuerza de voluntad
saliendo sólico ante la tempestad
yo tb de niño quería ser bikero.

Mandarle quiero un abrazo sincero
al amigo Antonio Pérez "fragüero"
un ejemplo de pundonor bicicletero
se ha convertido en un todoterreno.

Master suerte con la tendinitis
arrastrando Una llevo 2 años
masajista viene masajista va
no es fácil terminar de curarla
claro que tampoco había probado
con antiinflamatorios + nintenDo'S.

Anónimo dijo...

Sr. Fernandez, Paco Guazamara tiene razón, el cuerpo es para castigarlo y por eso yo el Jueves 28 empecé a explorar nuevas rutas en sierra Almagrera (Barrano El Francés) "Impresionante" pero se hizo tarde y tuve que volver sin haber llegado al final del camino.
Este fin de semana quiero volver para seguir explorando, ahí creo que tengo tajo para todo el verano, quiero llegar a enlazar con el camino que nos lleva al alto Tenerife por otra ruta distinta.
Saludos al amigo Alonso y muchas gracias por tu bonito verso.

Antonio Pérez "fragüero"

Paco Fdez. dijo...

Antonio:
Ya me contarás tus aventuras por esos barrancos argentíferos de Sierra Almagrera.
Eso sí, tómate todo el tiempo que necesites