sábado, 29 de enero de 2011

La grandeza de la amistad

¡Menuda jornada! ¿Quién nos iba a decir a las 9 de la mañana lo que nos iba a deparar la jornada?
De entrada, frío para regalar. Había que echar mano de alguna estrategia que nos permitiera eludir, en la medida de lo posible, las sensaciones gélidas matinales.
¿A Sierra Almagro?
Hace mucho frío, aunque a Benito y Vicente no le asusta y optan por esta ruta.
¿Buscamos la costa?
Dicho y hecho: hacia Los Lobos por carretera y desde aquí a la rambla que nos lleve  a Villaricos? 
Y como sucede en muchas ocasiones, cambios de planes. Esta vez antes de llegar a Villaricos, Toni Parra -jamás ha ido a Mojácar en bici- propone dirigirnos hasta allí.
La sensación de frío gélido que nos impedía sentir los dedos comienza a desaparecer para regocijo de todos.
Pedales y más pedales hasta el inicio de la subida a Mojácar.
Bartolomé Pérez observa su reloj y... pone pies en polvorosa hacia Pulpí en tanto que nosotros acometemos la subida hasta la plaza.
En plena subida, a escasos 200 metros de coronar, sufro un problema mecánico que marcará el resto de la jornada: el eje trasero me juega una mala pasada, se bloquea y me las veo y me las deseo con el "molinillo" y a 174 rpm. para llegar a la plaza.
Desmontamos la rueda y comprobamos el eje. No hay solución. Bloqueada. Esta rueda ha llegado a donde iba.
No me queda más remedio que echar mano de los auténticos amigos y hete aquí a Gerardo Martínez, compañero habitual de rutas, marchas y quedadas.
Afortudamente, se encuentra en Mojácar y acude raudo en mi auxilio.
¡Que grande eres, Gerardo! Sin tí, no hubiera sido nada y sin tu Mérida menos.
Prácticamente sin darnos cuenta retomamos el regreso hacia Pulpí. Si las cosas van bien estaremos en casa  en torno a las 14:45.
Y dicho y hecho, casi con la precisión de los relojes suizos, nos plantamos en Pulpí a la hora prevista.
Tiempo para ducharse, reponer fuerzas y... de nuevo hacia Mojácar para devolver la Mérida -¡qué bien va esta máquina!- y traer mi Trek. Lógicamente, en coche.
¡Gracias y mil veces gracias, Gerardo!
 

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