domingo, 3 de enero de 2010

Año nuevo, nuevos descubrimientos en viejas rutas

Pasó 2009. Llegó 2010. Heme aquí, otra vez, dispuesto a seguir dando cuenta de mis cuitas biclicleteras por estas tierras del levante almeriense.
Y para comenzar mi andadura -ojalá pueda igualar mis números del año pasado en el que dejé atrás ni más ni menos  que 6369 kms. machacados en innumerables escenarios naturales- lo he hecho como si de un singular Indiana Jones se tratara.
Y es que cuando uno sale junto a Juan Fco. Baraza siempre vuelve a casa con algún hallazgo nuevo. ¡Qué pasión por la historia y cultura de nuestra tierra!

Hacía días que queríamos visitar otra parte de los vestigios mineros de Sierra Almagrera y hete aquí que hoy ha tocado.
A las 9 de la mañana -menuda rasca hemos tenido que soportar hasta llegar a Grima-, contando en línea de partida con Patricio Rguez., Juan Fco. Baraza, Iván Gómez,  Alfonso Jiménez, Antonio Fdez. y este ciclonarrador, partíamos en dirección a Villaricos.
En nuestra mente, conocer los restos mineros que Juan Fco. estaba dispuesto a mostrarnos.
Sin darnos apenas cuenta, a la altura de Los Lobos, nos  dejamos caer a la rambla que nos conduce hacia Villaricos.
Frente al poblado minero de El Arteal, interrumpimos nuestro descenso rambleril, giramos a la izquierda y ponemos rumbo hacia la falda de la Sierra.
Pronto nos encontramos frente a la vieja central eléctrica, posteriormente el lavadero y finalmente llegamos a la boca de un túnel que, según nos comenta Juan Francisco, se adentra más de 6 kms. en las entrañas de Sierra Almagrera  sirviendo de vía de salida del mineral que  en aquella época se iba extrayendo de las innumerables minas que poblaban el barranco El Jaroso.


Algún desalmado ha eliminado los rótulos informativos que debieron existir sobre el arco de la entrada al túnel privándonos de conocer datos fundamentales de su construcción y explotación minera.

Nos adentramos unos metros en el túnel. La bóveda y las paredes se encuentran en buen estado de conservación.
En muy diferente situación se encuentran los pabellones de vivienda de El Arteal.

Jamás había tenido ocasión de ver un entorno tan descuidado. ¡Hemos perdido la ocasión de rehabilitar este entorno! Creo que parte de nuestra historia se nos ha esfumado. ¿No podia haberse ofrecido como un recurso turístico de primer orden? ¿A nadie le interesaría ver  "in situ" cómo se desenvolvían nuestros mineros? ¿No se podría haber aprovechado su proximidad a la playa para convertir estas edificaciones en un albergue o cámping?


Tal vez, su actual aspecto ruinoso y fantasmagórico sea mejor aprovechado para convertirlo en un campo de práctica y contienda de "paintball" a tenor de los "paintbaleros" con los que hemos tenido ocasión de cruzarnos esta mañana. Eso sí, apenas se han percatado de nuestra presencia han ordenado "Alto el fuego" y hemos salido ilesos de tan singular odisea.
La segunda odisea de la mañana la hemos tenido que vivir al cruzar el mercadillo semanal de Villaricos. ¡Qué cantidad de gente! ¡Qué extraños nos hemos sentido!
Una vez alcanzada la carretera de la costa en dirección a Terreros, comenzamos a "costear", a tomar  los caminos que se van abriendo a nuestra derecha y que nos llevan en la mayoría de los casos hasta la arena de la playa y en otros nos permiten contemplar todos los vestigios mineros- escombreras incluidas- que se encuentran en esta zona.

En la última incursión costera, iniciada junto al remodelado cuartel de Blanquizares, tenemos la suerte de localizar uno de los objetivos de la jornada: una ladera de la montaña totalmente empredada como si de una obra maestra de solería se tratara.


En un recóndito rincón del acantilado, prácticamente sobre el agua, descubrimos una autocaravana que ha apostado por aparcar y disfrutar del mar y de la pesca sin que nadie les moleste.
Repuestas las fuerzas, desandamos el camino de bajada a la playa y alcanzamos la carretera de la costa.
Nos planteamos por dónde regresar a Pulpí y decidimos hacerlo por la variante del campo de golf de Sierra Aguilón.
Así que al llegar a la altura de El Calón abandonamos la carretera y cogemos la variante que enlaza con la rambla de Pozo Esparto.
Y aquí surge la tercera odisea matinal: Tres chuchos de poca monta y escandalosos donde los haya deciden hacer caso omiso a su dueño -debía ser un guiri porque no correspondió a nuestro saludo.
Ni que decir tiene que no ha pasado nada. Ya se sabe aquello de que "perro ladrador..."


Pasado el mediodía alcanzamos el campo de golf - en el tránsito hacia aquí, Patricio ha perdido la bomba de su bici- ¡A ver si alguien vuelve por aquí y me la encuentra!

No te preocupes. Por estos llanos de aquí no pasa nadie. Seguro que se encontrará.
Y a las 12 y media nos encontramos frente al bar "El Botas" y comienza la última odisea matinal: la subida de la cuesta del Capitán.
Nos llevamos una singular sorpresa. Oficialmente  la carretera está cortada al tráfico, sin embargo, descubrimos que la barrera ha sido eliminada -no así una enorme piedra que ocupa media vía y entiendo que supone un gran peligro en caso de que cualquier vehículo choque con ella.
En plena ascensión, nos adelantan dos coches y nos topamos -en el sentido figurado de la palabra- con otro que baja hacia Jaravía. 
Al final de la jornada mi Cateye me indica que hemos recorrido 62.13 kms. en un tiempo de 3:42:08.
Mañana, lunes, si el tiempo nos lo permite, en el lugar de siempre y a la hora acostumbrada, nuevas andanzas

1 comentario:

Paco Guazamara dijo...

aunque parezca menteria (como dice la canción), esto no hace más que mejorar, si la narración ya era buena, ahora va el señor y aplica las nuevas tecnologías, y nos pone las rutas y los videos, vamos inmejorable.

Feliz 2010 a todos, y que sean muchos los Km que se recorran este año.